martes, 21 de abril de 2020

A PROPÓSITO DE...





A Propósito del Vino

"No les queda vino". Amable lector, ¿recuerdas esta expresión de la Virgen María? Con esta frase sencilla de pocas palabras, la madre muestra a Jesús la necesidad urgente de unos novios y sus invitados en Caná de la Galilea. Aquello había pasado de boda a “bodorrio”. Sólo había unas tinajas vacías, pues habían acabado con las grandes tinajas del buen vino añejo y sabroso. Ante la reticencia del Hijo, María invita a los sirvientes a “hacer lo que Él os diga”. De esta manera, dulcemente empuja a Jesús para que realice su primer signo público, éste será el que proclame a todos los hombres su filiación divina y el reinado de Dios. La inauguración de un orden nuevo, una nueva manera renovadora de ver, juzgar y actuar en el mundo.
El acontecimiento de aquella boda fue un modo de enseñarnos a saber reconocer nuestras necesidades. A que ahondemos en nosotros para descubrir la falta de vino selecto, que pudiera haber en nuestra vida social, personal, familiar, laboral, eclesial,… una vez apercibidos de ello, acudamos con humildad y verdad al Señor que todo lo hace nuevo. Es una invitación a que de una manera introspectiva, nos dejemos guiar e iluminar por Él, siendo dóciles a sus consejos. Así, llenos de confianza en que sólo Él podrá transformar el agua que presentamos, en vino sabroso y envejecido. El vino de la compasión y de la misericordia que genera un mundo nuevo. 
El vino, símbolo de la alegría, de la esperanza, de la liberación del pecado, de la fraternidad, de la concordia, de la paz… no puede faltar en nuestras vidas y en nuestro mundo, pues cuando falta, el mundo se rompe en mil pedazos, haciéndonos ver nuestra contingencia, pequeñez, debilidad, pobreza, miseria, menesterosidad. El vino de la esperanza que alegra y ensancha el ánima. El vino que es para el hombre, y no el hombre para el vino. El vino bálsamo de amor que ha de bañarnos de por dentro y de por fuera. El vino que sana corazones rotos, maltratados, heridos, faltos de alegría y sentido de la vida. El vino que ayuda a la cordura y al diálogo sereno, pacífico y colaborador entre culturas, religiones, pensamientos político sociales y personas. El vino que da lucidez, que no merma la razón haciendo del hombre carne muerta de desecho. El vino que huye de la pendencia que divide y separa. El vino que no es pérdida de facultades, sino ganancia de sabiduría y equilibrio. El vino que no domina la razón y los sentimientos más nobles y bellos, sino que se usa como elixir del gran gozo de sentirnos hermanos, hijos de Dios existiendo en este maravilloso planeta tierra. El vino de la paz y del abrazo cercano y amigo. El vino que penetra mentes y corazones, haciéndolos más ávidos para descubrir lo bello que encierra cada persona. El vino que rechaza y repudia la frívola borrachera impropia de lo humano. El vino de la orgía indecente que prostituye el silencio de la noche con sus luces de neón y convierte al sujeto en cosa manoseable. El vino que no se vende, ni se prostituye, sino que se derrama a raudales de los corazones generosos. El vino que calma todos los deseos y satisface todos los anhelos. El buen vino, el mejor de los vinos. 
Amigos míos, que nunca falte en vuestro corazón y en vuestra casa este vino tan fascinante que hace que tus ojos y tu alma brillen de emoción y te sientas henchido de felicidad plena, a pesar de los golpes que ya nos trae la vida.
No cualquier persona podrá recibir el mejor vino, pues Dios lo tiene reservado para la gente sencilla, humilde, generosa, trasparente, compasiva, clemente y buena. Un vino que colmará con creces todas nuestras necesidades de sentido profundo de nuestro existir. Un vino reservado para aquellos que luchan por la dignidad de todos los hombres, por la justicia, por la reconciliación, por la paz, por la verdad…
El 30 de mayo de 1988, en Aeropuerto General Abelardo L. Rodríguez de la ciudad de Tijuana, México, tuve la gran satisfacción de conocer a una mujer flaca, pequeña, remendada, encorvada, arrugada, renegrida, y llena de una luz que jamás vi en un humano. De paso ligero, agarrada a su caja de cartón y a su bolsa de equipaje, envuelta en un sari azul de ribetes blancos, desentonaba con el automóvil “Chrysler Lebaron” con el que fuimos a recogerla al aeropuerto. En una segunda ocasión, en la ciudad del gran río Ganges, volví a percibir el destello de sus ojillos vivaces. En ellos volví a descubrir vino, Vino envejecido que daba Vida. Aún perdura en mis entrañas la dulce y penetrante mirada de aquellos ojillos vivarachos y santamente “ebrios” de la Santa de Calcuta: la Madre Teresa, una mujer y unos ojos embriagados por el Vino de Dios. 

P. Antonio Ramos Ayala


miércoles, 15 de abril de 2020

RECURSOS PARA CATEQUESIS




TEMAS DE 3º: MAYO Y JUNIO

232.  Aprendemos a amar en familia (Catecismo. Páginas 96 y 97).

233. Amamos a los demás como hermanos (Catecismo. Páginas 98 y 99).

234. Como hijos, oramos a Dios, nuestro Padre. (Catecismo. Páginas 100 y 101).

Vamos a repasar estos:

40. Damos gracias al Padre por la entrega de Jesús (Catecismo. Páginas 120 y 121).

41. Comemos el Pan de la Vida eterna (Catecismo. Páginas 122 y 123).


TEMAS DE 2º: MAYO Y JUNIO (hasta donde se pueda)

23.  Jesús nos revela la vida íntima de Dios (Catecismo. Páginas 70 y 71).

26. Nos encontramos con Jesús resucitado en los Sacramentos. (Catecismo. Páginas 80 y 81).

29. Crecemos en la vida de la fe (Catecismo. Páginas 90 y 91).

42. Somos herederos de una gran promesa (Catecismo. Páginas 128 y 129).

43. Dios nos invita a todos a su Casa (Catecismo. Páginas 130 y 131).

44. Los Santos, amigos de Dios para siempre (Catecismo. Página 132 y 133).


TEMAS DE 1º: MAYO Y JUNIO (hasta donde se pueda)

338. Celebramos la Eucaristía en el día del Señor (Catecismo. Páginas 116 y 117).

39.Escuchamos la Palabra de Dios (Catecismo. Páginas 118 y 119).

40. Damos gracias al padre por la entrega de Jesús. (Catecismo. Páginas 120 y 121). 

441. Comemos el Pan de la Vida Eterna. (Catecismo. Páginas 122 y 123).

lunes, 13 de abril de 2020

VÍA LUCIS - CAMINO DE LA ALEGRÍA - ANDADURA PASCUAL


Vía Lucis - camino de luz

Camino pascual con el Resucitado

(Reflexiones de padre Antonio Ramos, Luis Alberto Quijada Ríos, Alfredo Rubio de Castarlenas y www.catolicosfirmesensufe.org)

Monición de Entrada

Los acontecimientos del Vía Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte.
Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de reflexión - a modo de jornadas de retiro y oración - en torno a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El les ha confiado.
En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con ellos: aparece de improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva.
El Vía Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma. 

Oración Inicial

Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. 
Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. 
Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna. PJNS.

(A continuación, se puede encender una vela y cantar un Canto y seguidamente se reza la Estación)



PRIMERA ESTACIÓN

¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!




V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Mateo:
«En la madrugada del sábado. Al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose. Corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos.
El ángel habló a las mujeres:
-- Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado».

Reflexión:

En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana. ¡Resucitó! Justo a la alborada. Es un amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!
Hemos de sentir su presencia resucitada. Hemos de sentir la fuerza que nos envía. Hemos de resucitar con Él, para tener el valor de transformar nuestro mundo.

Padre Nuestro
AVE MARÍA
GLORIA


SEGUNDA ESTACIÓN


EL RESUCITADO SE ENCUENTRA CON MARÍA MAGDALENA.




V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Juan:
«Junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: - «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: - «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: - «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: - «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: - «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: - «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: - «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.”»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: - «He visto al Señor y ha dicho esto».

Reflexión:

María Magdalena, la que quedó limpia por la penitencia, la que estuvo junto a la Virgen María en la cruz, llora desconsolada la pérdida del Maestro.
Y en eso el Resucitado se le aparece. Ella le adora y vuelve a abrazar de gozo sus pies que cubre de nuevo con sus lágrimas, ahora de alegría.
¿Qué palabras escuchamos de Jesús para los que deseamos afinar nuestro espíritu como Magdalena?: «Déjame ya, que todavía no he subido al Padre». Sana de golpe, rotundamente, todo lo que de posesivo puede haber en el amor nuestro aún no purificado del todo.
¡Qué lección nos das, Jesús! No te podemos acaparar. No podemos acaparar a nadie. Todos tienen que subir al Padre.

PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA



TERCERA ESTACIÓN

JESÚS SE APARECE A SU MADRE Y A LAS MUJERES









V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

De un escrito de Santa Teresa de Jesús: «Díjome nuestro Señor que resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad. Que la pena tenía tan absorta y traspasada, que aún no tornaba luego en sí para gozar de aquel gozo; y que había estado mucho con ella, porque había sido menester hasta consolarla».

Del Evangelio de san Mateo:
«Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría. De pronto, Jesús, les salió al encuentro y les dijo:
-- Alegraos.
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo:
-- No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Reflexión:
¡Cómo no se dejará ver antes que a todos, a su Madre! ¡La primera que lo había mecido en sus brazos! La Dolorosa que, muerto, lo había acunado de nuevo en su regazo. La única que mantuvo clara la esperanza durante el Sábado Santo.
María es siempre faro que señala dónde podemos hallar a Jesús. Siempre es dintel para su encuentro. Puerta abierta para el Reino de Dios en la tierra. ¡Oh devoción a María, por la que nos llevas siempre a Aquel que con anhelo buscamos!
A las santas mujeres, madrugadoras y valientes, el alba se les hace de pronto mediodía. «Alegraos». Y ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.  
¡Alegraos! Desde este momento, ellas, que murieron con Cristo, han resucitado con Él. Jesús vino para llevarnos al Padre. Este nos guardará a buen recaudo ya en su casa en medio de este mundo. Y escuchan que Cristo las hace, al igual que a Magdalena, mensajeras de la más grande noticia. ¡Apóstolas de los Apóstoles! 
«No temáis. Id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
No temáis. Bautizados y ya en el Reino de Dios en la tierra, nada hemos de temer. Dios está con nosotros. Si vamos a cualquier lugar a predicar el Amor de Dios, allí es Galilea. Sí; todo el Reino de Dios establecido por Jesús, es Galilea.

PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA



CUARTA ESTACIÓN

LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO







V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Mateo:
«Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
- “Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros”.
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy».

Reflexión:

Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos especiales: los soldados puestos por los sacerdotes judíos, precisamente para evitar que hubiera un engaño. Sin embargo, se dejaron embaucar por el dinero y difundieron la noticia falsa del robo del cuerpo de Jesús. Ellos, igual que los sumos sacerdotes, no quisieron verse transformados por el Resucitado.


PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA




QUINTA ESTACIÓN

PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO



V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Juan:
«Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Inclinándose vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, detrás de él y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, que había de resucitar de la muerte. Los discípulos se volvieron a casa»

Reflexión:

Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza. Eran discípulos amados del Señor.
Juan llega primero, pero espera a Pedro, a quien el Señor había constituido Piedra de su Iglesia.
Los lienzos en el suelo y el sudario enrollado, son signos que permiten entender las Escrituras: «que había de resucitar de entre los muertos». Y volvieron transformados por esta experiencia. ¿Y nosotros? ¿Somos capaces de entender y de creer en la Escritura que nos habla de la Resurrección del Señor?

PADRENUESTRO
DIOS TE SALVE MARÍA
GLORIA



SEXTA ESTACIÓN

JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES




V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Lucas:
« Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
- «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
- «¿Por qué os alarmáis;” ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
- «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
- «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
- «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Reflexión:
En el mismo lugar donde habían celebrado la Última Cena, se encuentran los discípulos con las puertas cerradas. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Todos están expectantes.
Se presenta Jesús en medio y les dice: «¡La paz con vosotros!». ¿Por dónde ha entrado? ¿De dónde viene? ¿A dónde nos llevará? También a nosotros nos pregunta: «¿por qué surgen dudas en vuestro interior?».
El Resucitado nos dice otra vez: «la paz con vosotros». Nos da la paz, nos remacha en la paz. Vivir en el Reino de Dios en la tierra, es estar instalados en la paz. Los defectos de la gente, ya no nos ofenden.  Una cosa son sus limitaciones y otra el pecado. El pecado es rechazar, odiar a Dios. En el Reino aquí, ya todos le aman. Por eso es Reino de Dios. Y todos soportamos mutuamente nuestras imperfecciones con caridad. «La paz con vosotros».

PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA



SÉPTIMA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)



LOS DISCÍPULOS LO RECONOCEN EN EMAÚS AL PARTIR EL PAN

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Lucas:
«Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaba y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo…
…Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
-- “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída”.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
-- “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
-- “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”.
Y ellos contaron lo que les habla pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».



Reflexión:
«Iban dos los discípulos, a un pueblo llamado Emaús». Iban desilusionados a sus casas. Jesús haciéndose el encontradizo y sin que le conocieran, los va resucitando poco a poco. Sus corazones vibran de gozo con su compañía. Les ayuda a desperezarse calentando su corazón. Les explica las Escrituras a la luz de su pleno sentido.
«¡Quédate con nosotros! Cuando se puso a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron».
Propio del Reino de Dios es haber recibido con pasmo y admiración el pleno significado de la Escritura. Y recibir el Pan del Banquete de este Cielo en el que ya nos encontramos. Reconocer a Jesús en el signo. Desleído ya todo afán posesivo, ir corriendo a proclamarlo. A veces también los discípulos laicos son apóstoles de los apóstoles.

PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA



OCTAVA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)





JESÚS DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Juan:
« Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
- «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
- “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”».

Reflexión:

Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la alegría.
Les ofrece la paz, les reitera la paz y les envía el Espíritu Santo, exhalando su aliento.
Así les da el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios. Este gran sacramento, poco valorado que nos trae la paz del Señor, se realiza gracias al poder del Espíritu Santo que perdona y reconcilia, que da consuelo, que da paz y fortalece contra el mal.


PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA



NOVENA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)



EL RESUCITADO FORTALECE LA FE DE TOMÁS.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Del Evangelio de san Juan:
«Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
- “Hemos visto al Señor”.
Pero él les contestó:
- “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
- “Paz a vosotros”.
Luego dijo a Tomás:
- “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.
Contestó Tomás:
- “¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús le dijo:
- “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”».

Reflexión:
Tomás no estaba cuando vino Jesús. ¡Siempre falta uno! Y no sólo físicamente. Más hondamente: ovejas que ciertamente murieron cerca de la cruz, pero que no han resucitado todavía. Jesús las va a buscar. No las traerá en sus hombros, sino metidas, guardadas en sus llagas. Dentro de su corazón.
¡Ay Tomás! Te habías ido a llorar a solas por las calles de Jerusalén. Ven. Cristo vuelve por ti. No temas. Con tu mano en su corazón abierto, el mejor sagrario del Padre, exclamarás: «¡Señor mío y Dios mío!». Con esta confesión resucitas tú también y te conviertes en apóstol de los apóstoles, de la buena nueva de haber tocado en Cristo glorioso, la presencia misma del Padre.

PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA

A PROPÓSITO DE...

A Propósito del Vino "No les queda vino". Amable lector, ¿recuerdas esta expresión de la Virgen María? Con esta frase sen...