Me pregunto qué escribías en el suelo
cuando la mujer fue presa de tu auxilio:
al descifrar las palabras del terreno
se lee “te espero”, “soy siempre tu amigo”.

Traducción de tu mano en misericordia:
ella busca vernos fuera del sepulcro;
hacer a un lado la cárcel de la historia
para vibrar con el fuego del segundo.

El grano muere para poder dar fruto,
nuestros hogares se vuelven catedrales;
Jesús cautivo cambias los estatutos
por nuevas gracias que limpian nuestros males.

Dice el Hijo: -¿Por qué me has abandonado?
Llevo en mí tanto dolor y sufrimiento-.
Llora el Padre y el Espíritu a su lado:
Trinidad que hoy nos perdona en un encuentro.

Serenemos con plegarias las tormentas,
desarmemos el pecado y nuestros miedos;
las palabras me tienen dando vueltas
siendo clave en este mundo para el cielo.

Los más débiles darán su veredicto
al sacudir del ambiente la avaricia;
como equipo de Jesús vamos invictos
contagiando con María una sonrisa.

Al mirar a los dolientes Tú nos sanas,
simbolismo de tu Cruz que nos redime;
en tu Sangre anhelamos la esperada
medicina que nos cure y nos anime.

Las partículas entonan tu Pasión,
esperanza en un eterno movimiento;
energía que convierte a la razón
en amores que perdonen los desprecios.

En un suspiro comparto tu dolor
por los hermanos que sufren sin consuelo:
Eres el Mesías, el Hijo de Dios,
tu mundo suplica y se ofrece en silencio.

VOCES EN EL TIEMPO