Vía Lucis - camino de luz
Camino pascual con
el Resucitado
Monición de Entrada
Los acontecimientos del Vía Crucis concluyen en un
sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no
es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la
muerte.
Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días
en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de
reflexión - a modo de jornadas de retiro y oración - en torno a María para que
reciban la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El
les ha confiado.
En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de
intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con ellos: aparece de
improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y
desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia viene la
confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una
luz nueva.
El Vía Lucis es el camino de la luz, del gozo y la
alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los
discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos
iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive ya para
siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que
vivifica el alma.
Oración Inicial
Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte
y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza
firme.
Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las
mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también
nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la
alegría de tu Resurrección gloriosa.
Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz
que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.
PJNS.
(A continuación, se puede encender una vela y cantar un Canto y seguidamente se reza la Estación)
PRIMERA ESTACIÓN
¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Del
Evangelio de san Mateo:
«En
la madrugada del sábado. Al alborear el primer día de la semana, fueron María la
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la
tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose. Corrió la
piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como
la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos.
El
ángel habló a las mujeres:
--
Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha
resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a
decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por
delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he
anunciado».
Reflexión:
En la
ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana.
¡Resucitó! Justo a la alborada. Es un amanecer glorioso, de alegría
desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte. ¡Cristo
vive! ¡Aleluya!
Hemos
de sentir su presencia resucitada. Hemos de sentir la fuerza que nos envía.
Hemos de resucitar con Él, para tener el valor de transformar nuestro mundo.
Padre Nuestro
AVE MARÍA
GLORIA
SEGUNDA ESTACIÓN
EL RESUCITADO SE ENCUENTRA CON MARÍA MAGDALENA.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio de san
Juan:
«Junto al sepulcro,
estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos
ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies,
donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: -
«Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: -
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media
vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: -
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por
el hortelano, le contesta: - «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has
puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: -
«¡María!»
Ella se vuelve y le
dice: - «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: -
«Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles:
“Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.”»
María Magdalena fue y
anunció a los discípulos: - «He visto al Señor y ha dicho esto».
Reflexión:
María Magdalena, la que quedó limpia por la penitencia, la que estuvo junto a
la Virgen María en la cruz, llora desconsolada la pérdida del Maestro.
Y en eso el Resucitado se le aparece.
Ella le adora y vuelve a abrazar de gozo sus pies que cubre de nuevo con sus
lágrimas, ahora de alegría.
¿Qué palabras escuchamos de Jesús para
los que deseamos afinar nuestro espíritu como Magdalena?: «Déjame ya, que
todavía no he subido al Padre». Sana de golpe, rotundamente, todo lo que de
posesivo puede haber en el amor nuestro aún no purificado del todo.
¡Qué lección nos das, Jesús! No te
podemos acaparar. No podemos acaparar a nadie. Todos tienen que subir al Padre.
PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS SE APARECE A SU MADRE Y A LAS MUJERES
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
De
un escrito de Santa Teresa de Jesús: «Díjome nuestro Señor que resucitando
había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad. Que la pena
tenía tan absorta y traspasada, que aún no tornaba luego en sí para gozar de
aquel gozo; y que había estado mucho con ella, porque había sido menester hasta
consolarla».
Del Evangelio de san Mateo:
«Las
mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de
alegría. De pronto, Jesús, les salió al encuentro y les dijo:
--
Alegraos.
Ellas
se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo:
-- No
tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán».
Reflexión:
¡Cómo no se dejará ver antes que a todos, a su Madre!
¡La primera que lo había mecido en sus brazos! La Dolorosa que, muerto, lo
había acunado de nuevo en su regazo. La única que mantuvo clara la esperanza
durante el Sábado Santo.
María es siempre faro que señala dónde podemos hallar
a Jesús. Siempre es dintel para su encuentro. Puerta abierta para el Reino de
Dios en la tierra. ¡Oh devoción a María, por la que nos llevas siempre a Aquel
que con anhelo buscamos!
A las santas mujeres, madrugadoras y valientes, el
alba se les hace de pronto mediodía. «Alegraos». Y ellas se acercaron, se
postraron ante él y le abrazaron los pies.
¡Alegraos! Desde este momento, ellas, que murieron con
Cristo, han resucitado con Él. Jesús vino para llevarnos al Padre. Este nos
guardará a buen recaudo ya en su casa en medio de este mundo. Y escuchan que
Cristo las hace, al igual que a Magdalena, mensajeras de la más grande noticia.
¡Apóstolas de los Apóstoles!
«No temáis. Id a avisar a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán».
No temáis. Bautizados y ya en el Reino de Dios en la
tierra, nada hemos de temer. Dios está con nosotros. Si vamos a cualquier lugar
a predicar el Amor de Dios, allí es Galilea. Sí; todo el Reino de Dios
establecido por Jesús, es Galilea.
PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA
CUARTA ESTACIÓN
LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del
Evangelio de san Mateo:
«Mientras las mujeres
iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los
sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a
un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
- “Decid que sus
discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si
esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de
apuros”.
Ellos tomaron el
dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido
difundiendo entre los judíos hasta hoy».
Reflexión:
Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos
testigos especiales: los soldados puestos por los sacerdotes judíos,
precisamente para evitar que hubiera un engaño. Sin embargo, se dejaron
embaucar por el dinero y difundieron la noticia falsa del robo del cuerpo de
Jesús. Ellos, igual que los sumos sacerdotes, no quisieron verse transformados
por el Resucitado.
PADRE NUESTRO
AVE MARÍA
GLORIA
QUINTA ESTACIÓN
PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio de san Juan:
«Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Inclinándose vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, detrás de él y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, que había de resucitar de la muerte. Los discípulos se volvieron a casa»
Reflexión:
Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza. Eran discípulos amados del Señor.
Juan llega primero, pero espera a Pedro, a quien el Señor había constituido Piedra de su Iglesia.
Los lienzos en el suelo y el sudario enrollado, son signos que permiten entender las Escrituras: «que había de resucitar de entre los muertos». Y volvieron transformados por esta experiencia. ¿Y nosotros? ¿Somos capaces de entender y de creer en la Escritura que nos habla de la Resurrección del Señor?
PADRENUESTRO
DIOS TE SALVE MARÍA
GLORIA
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio de san Lucas:
« Estaban hablando de
estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
- «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por
la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
- «¿Por qué os
alarmáis;” ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis
pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene
carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les
mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y
seguían atónitos, les dijo:
- «¿Tenéis ahí algo
de comer?»
Ellos le ofrecieron
un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
- «Esto es lo que os
decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y
en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
- «Así estaba
escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en
su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Reflexión:
En el
mismo lugar donde habían celebrado la Última Cena, se encuentran los discípulos
con las puertas cerradas. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos
ocurridos. Todos están expectantes.
Se
presenta Jesús en medio y les dice: «¡La paz con vosotros!». ¿Por dónde ha
entrado? ¿De dónde viene? ¿A dónde nos llevará? También a nosotros nos
pregunta: «¿por qué surgen dudas en vuestro interior?».
El
Resucitado nos dice otra vez: «la paz con vosotros». Nos da la paz, nos remacha
en la paz. Vivir en el Reino de Dios en la tierra, es estar instalados en la
paz. Los defectos de la gente, ya no nos ofenden. Una cosa son sus limitaciones y otra el
pecado. El pecado es rechazar, odiar a Dios. En el Reino aquí, ya todos le
aman. Por eso es Reino de Dios. Y todos soportamos mutuamente nuestras
imperfecciones con caridad. «La paz con vosotros».
PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA
SÉPTIMA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)
LOS
DISCÍPULOS LO RECONOCEN EN EMAÚS AL PARTIR EL PAN
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del
Evangelio de san Lucas:
«Dos discípulos de
Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea
llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo
que había sucedido. Mientras conversaba y discutían, Jesús en persona se acercó
y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo…
…Ya cerca de la aldea
donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron,
diciendo:
-- “Quédate con
nosotros, porque atardece y el día va de caída”.
Y entró para quedarse
con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él
desapareció.
Ellos comentaron:
-- “¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
Y, levantándose al
momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con
sus compañeros, que estaban diciendo:
-- “Era verdad, ha
resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”.
Y
ellos contaron lo que les habla pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan».
Reflexión:
«Iban
dos los discípulos, a un pueblo llamado Emaús». Iban desilusionados a sus
casas. Jesús haciéndose el encontradizo y sin que le conocieran, los va
resucitando poco a poco. Sus corazones vibran de gozo con su compañía. Les
ayuda a desperezarse calentando su corazón. Les explica las Escrituras a la luz
de su pleno sentido.
«¡Quédate
con nosotros! Cuando se puso a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le
reconocieron».
Propio
del Reino de Dios es haber recibido con pasmo y admiración el pleno significado
de la Escritura. Y recibir el Pan del Banquete de este Cielo en el que ya nos
encontramos. Reconocer a Jesús en el signo. Desleído ya todo afán posesivo, ir
corriendo a proclamarlo. A veces también los discípulos laicos son apóstoles de
los apóstoles.
PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA
OCTAVA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)
JESÚS
DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del
Evangelio de san Juan:
« Al anochecer de
aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
- «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les
enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor. Jesús repitió:
- “Paz a vosotros.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Y, dicho esto, exhaló
su aliento sobre ellos y les dijo:
- “Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos”».
Reflexión:
Jesús
se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la
alegría.
Les
ofrece la paz, les reitera la paz y les envía el Espíritu Santo, exhalando su
aliento.
Así les
da el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia
de Dios. Este gran sacramento, poco valorado que nos trae la paz del Señor, se
realiza gracias al poder del Espíritu Santo que perdona y reconcilia, que da
consuelo, que da paz y fortalece contra el mal.
PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA
NOVENA ESTACIÓN
(Por padre Antonio Ramos y padre Luis Quijada)
EL
RESUCITADO FORTALECE LA FE DE TOMÁS.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del
Evangelio de san Juan:
«Tomás, uno de los
Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros
discípulos le decían:
- “Hemos visto al
Señor”.
Pero él les contestó:
- “Si no veo en sus
manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y
no meto la mano en su costado, no lo creo”.
A los ocho días,
estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando
cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
- “Paz a vosotros”.
Luego dijo a Tomás:
- “Trae tu dedo, aquí
tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente”.
Contestó Tomás:
- “¡Señor mío y Dios
mío!”.
Jesús le dijo:
-
“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”».
Reflexión:
Tomás
no estaba cuando vino Jesús. ¡Siempre falta uno! Y no sólo físicamente. Más
hondamente: ovejas que ciertamente murieron cerca de la cruz, pero que no han
resucitado todavía. Jesús las va a buscar. No las traerá en sus hombros, sino
metidas, guardadas en sus llagas. Dentro de su corazón.
¡Ay
Tomás! Te habías ido a llorar a solas por las calles de Jerusalén. Ven. Cristo
vuelve por ti. No temas. Con tu mano en su corazón abierto, el mejor sagrario
del Padre, exclamarás: «¡Señor mío y Dios mío!». Con esta confesión resucitas
tú también y te conviertes en apóstol de los apóstoles, de la buena nueva de
haber tocado en Cristo glorioso, la presencia misma del Padre.
PADRENUESTRO
Dios te Salve María
GLORIA